Reserva localizada en Piedra Blanca arriba, Merlo (San Luis), formada por con un frondoso bosque nativo de árboles centenarios, espacio verde por excelencia para la recreación y el turismo. Detrás de la misma, fluye un cristalino arroyo, límite natural entre Córdoba y San Luis, que además, sirvió a un viejo molino harinero hidráulico (1840-1930), dando el nombre al lugar que aún conserva sus ruinas. No sólo hay vestigios de la actividad económica de los habitantes de ese entonces sino también de pueblos originarios. Ahí mismo, a pocos metros del molino, se encuentran rastros de los Comechingones, donde se han hallado valiosas piezas de alfarería, conanas (morteros) de piedra, puntas de flecha y hasta enterramientos humanos. Siendo que en 1945, cerca del lugar, se encontraron cinco esqueletos, de indios Comechingones, enterrados en posición fetal. También, se destaca en el paisaje:
Un conjunto de piedras dispuestas de norte a suroeste (cuadrado que marca la entrada al sitio).
Se estima que los Comechingones realizaban ceremonias que consistían en la veneración a un alto dios relacionado con el sol. Además de sus rituales característicos practicaban la magia y las danzas ceremoniales que, se considera, eran de origen amazónico, donde el hechicero hacía uso del fruto del cebil (árbol de la zona), como droga narcotizante que esnifaban. Aparentemente, en este rito de transformación o de corrimiento de lo real, los comechingones veneraban la fuerza y el poder de las aves, sobre todo de los cóndores y de las águilas. Los pájaros aparecen asociados a lo mítico y a las transformaciones sufridas por los chamanes tras el consumo de los alucinógenos.
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